Algunos economistas ven posibilidades de un repunte del crecimiento. La Reserva Federal ha subido las tasas rápidamente, sin embargo algunos datos apuntan a que en vez de resquebrajarse, la economía está prosperando.
Muchos economistas e inversores tenían una narrativa clara para 2023: la Reserva Federal había pasado meses elevando rápidamente los costos de los préstamos en un intento por controlar la inflación, y se esperaba que esos movimientos ralentizaran tanto el crecimiento y el mercado laboral, que la economía estaría en riesgo de caer en una recesión. Sin embargo, las llamadas de recesión ahora se están reconsiderando.
Los empleadores agregaron más de medio millón de puestos de trabajo en enero y mas de trescientos mil en febrero. El mercado de la vivienda muestra signos de estabilización o incluso recuperación, y muchos economistas de Wall Street han reducido las probabilidades de una recesión este año. Después de meses de preguntarse si la Reserva Federal podría lograr un aterrizaje suave en el que la economía se desacelere pero no caiga en una recesión brutal, los analistas plantean la posibilidad de que no aterrice en absoluto, y que en cambio, el crecimiento simplemente se mantenga. Sin embargo la quiebra de dos bancos generó un nerviosismo de vuelta.
Si bien un aterrizaje suave sería muy bienvenido, los economistas comienzan a preguntarse si el crecimiento y el mercado laboral se calentarán demasiado como para que la inflación se desacelere tanto como esperan los banqueros centrales, lo que finalmente obligará a la Fed a responder de manera más agresiva.
La Fed elevó las tasas de casi cero a principios del año pasado a más del 4,75 por ciento a partir de la semana pasada, siendo la serie de ajustes de política más rápida en décadas. Esos costos de endeudamiento más altos se han traducido en préstamos para automóviles e hipotecas más caros, y durante un tiempo parecían estar desacelerando claramente la economía.
Pero a medida que la Reserva Federal va moderando el aumento de la tasa de interés (disminuyó la velocidad de sus aumentos primero en diciembre y luego nuevamente este mes), los mercados se han relajado. Las tasas de las hipotecas, por ejemplo, han bajado ligeramente. Por mucho tiempo la tasa fue a efectos prácticos casi del 0%, esto tuvo que ser modificado para contrarrestar el efecto inflacionario. La Fed fue elevando desde un 0.75% puntos básicos para pasar a 0.50% en los últimos meses y actualmente por lo sucedido con los dos bancos que presentaron bancarrota el último incremento sólo fue de 0.25%.
A su vez, con la quiebra de estos dos bancos el Gobierno Federal tomó medidas inmediatas para contener cualquier incidencia en materia bancaria, lo cual fue muy bien recibido por los mercados. Primero garantizó a los depositantes de estos dos bancos el 100% de montos depositados. Segundo, la comunidad bancaria salió apoyar a otros bancos que estaban en situaciones similares y evitar asi cualquier complicación como pérdida de confiabilidad.
Los mercados financieros parecen esperar algún tipo de “des-inflación inmaculada” (sic). El término puede haber sido acuñado por Paul Krugman, el economista Premio Nobel y columnista del New York Times y se está utilizando para describir las esperanzas de controlar la inflación, sin el desorden del aumento del desempleo o la recesión que predice la teoría económica.
Es posible, por supuesto, que esto pueda suceder. Los cuellos de botella en la cadena de suministro y las recuperaciones erráticas de la pandemia causaron parte del aumento de la inflación de los últimos años, con la guerra de Rusia en Ucrania empeorando las cosas. Gran parte de esto está fuera del control de la Fed.
En lo que respecta a las condiciones financieras, la Reserva Federal y los mercados de EEUU bien pueden encontrar un punto óptimo con condiciones que son lo suficientemente estrictas como para ralentizar las cosas, pero lo suficientemente flexibles como para dejar que los buenos tiempos fluyan.
Fuente: Ariel Arrocha para Infobae